Fragmentos de un Canto
Tristes recuerdos guarda mi cerebro
De la mujer que con delirio amara,
De aquella que llevándome en el seno,
En sus brazos más tarde me estrechara.
Esa mujer a quien llamé mi madre,
A quien no pude yo, pagar su amor,
Córtole el tiempo el hilo de la vida
Dejándome sumido en el dolor.
¡Suerte infeliz! ayer yo disfrutaba
De mi adorada madre las caricias,
Que por un beso, mil! ella me daba;
Por un abrazo, dábame sonrisas.
¡Oh! cielo hermoso de la patria mía
En donde ví por vez primera el sol,
¿Por qué perder el techo en que vivía?
¿Por qué perdí la madre que me crió?
El huracán de la desgracia horrible
Precipitóse airado sobre mí;
Murió mi madre, yo perdí la calma
Y hasta la santa libertad perdí.
Para aumentar mis penas, fuí soldado
Y el arreo militar me hacía sentir
Más oprimido, el corazón doliente
Que en mi pecho pugnaba por salir.
Al contemplar los goces y deleites
Viendo tras ellos negro lodazal,
De mi madre el recuerdo, fresco siempre,
Fué dulce culto y único ideal.
En el rudo fragor de las contiendas,
Ella será mi pabellón y escudo,
Y en la lucha tenaz por la existencia
Mi único apoyo y confidente mudo.
(Bucaramanga, Julio 26 de 1896)
Fragmentos
(con cambios que hizo mi abuelo años después)
Tristes recuerdos guarda el pecho mío
De la mujer que con delirio amara,
De aquella que llamándome hijo mío
Un tiempo entre sus brazos me estrechaba.
Aquella santa a quién llamé mi madre;
A quien no pude yo pagar su amor,
La muerte arrebatóla de mi lado
Dejándome sumido en el dolor.
El cielo hermoso de la patria mía
En donde ví por vez primera el sol,
Ya contemplar mis ojos no podrían
Porque falta la madre de mi amor.
Yo era feliz allí cuando gozaba
De mi adorada madre las caricias,
Pues por un beso, mil ella me daba;
Por un abrazo dábame sonrisas.
El huracán de la desgracia odioso
Precipitóse airado sobre mí;
Muerta mi madre yo perdí el reposo
Y hasta la dulce libertad perdí.
En medio de esa pena fuí soldado
Y el arreo militar me hacía sufrir
Porque en mi pecho el corazón llagado
Y oprimido pugnaba por salir.
Al conocer los goces y deleites
Viendo en ellos un negro lodazal,
De mi madre el recuerdo fresco siempre
Fué tierno culto y único ideal.
En el rudo fragor de las contiendas,
Ella será mi pabellón y escudo,
En la lucha tenaz por la existencia
Mi único apoyo y confidente mudo.
(Bucaramanga, Julio 26 de 1896)
De la mujer que con delirio amara,
De aquella que llevándome en el seno,
En sus brazos más tarde me estrechara.
Esa mujer a quien llamé mi madre,
A quien no pude yo, pagar su amor,
Córtole el tiempo el hilo de la vida
Dejándome sumido en el dolor.
¡Suerte infeliz! ayer yo disfrutaba
De mi adorada madre las caricias,
Que por un beso, mil! ella me daba;
Por un abrazo, dábame sonrisas.
¡Oh! cielo hermoso de la patria mía
En donde ví por vez primera el sol,
¿Por qué perder el techo en que vivía?
¿Por qué perdí la madre que me crió?
El huracán de la desgracia horrible
Precipitóse airado sobre mí;
Murió mi madre, yo perdí la calma
Y hasta la santa libertad perdí.
Para aumentar mis penas, fuí soldado
Y el arreo militar me hacía sentir
Más oprimido, el corazón doliente
Que en mi pecho pugnaba por salir.
Al contemplar los goces y deleites
Viendo tras ellos negro lodazal,
De mi madre el recuerdo, fresco siempre,
Fué dulce culto y único ideal.
En el rudo fragor de las contiendas,
Ella será mi pabellón y escudo,
Y en la lucha tenaz por la existencia
Mi único apoyo y confidente mudo.
(Bucaramanga, Julio 26 de 1896)
Fragmentos
(con cambios que hizo mi abuelo años después)
Tristes recuerdos guarda el pecho mío
De la mujer que con delirio amara,
De aquella que llamándome hijo mío
Un tiempo entre sus brazos me estrechaba.
Aquella santa a quién llamé mi madre;
A quien no pude yo pagar su amor,
La muerte arrebatóla de mi lado
Dejándome sumido en el dolor.
El cielo hermoso de la patria mía
En donde ví por vez primera el sol,
Ya contemplar mis ojos no podrían
Porque falta la madre de mi amor.
Yo era feliz allí cuando gozaba
De mi adorada madre las caricias,
Pues por un beso, mil ella me daba;
Por un abrazo dábame sonrisas.
El huracán de la desgracia odioso
Precipitóse airado sobre mí;
Muerta mi madre yo perdí el reposo
Y hasta la dulce libertad perdí.
En medio de esa pena fuí soldado
Y el arreo militar me hacía sufrir
Porque en mi pecho el corazón llagado
Y oprimido pugnaba por salir.
Al conocer los goces y deleites
Viendo en ellos un negro lodazal,
De mi madre el recuerdo fresco siempre
Fué tierno culto y único ideal.
En el rudo fragor de las contiendas,
Ella será mi pabellón y escudo,
En la lucha tenaz por la existencia
Mi único apoyo y confidente mudo.
(Bucaramanga, Julio 26 de 1896)
0 Comments:
Post a Comment
<< Home