Meditaciones
En la esfera despulida de un bombillo incandescente
Que ha inundado con sus rayos el modesto comedor,
Un enjambre de insectillos de alas tenues, transparentes
Van y vienen fascinados por el cálido fulgor.
¡Pobres seres! tan pequeños, tan ilusos, no comprenden
que la luz que los atrae no es la luz del astro rey
y en sus giros incesantes las alitas se desprenden,
y vencidos ellos caen en la loza y el mantel.
Ya no miran al bombillo que tomaran por un sol:
Corren torpes, tropezando en los hilos desprendidos;
Van sin rumbo, sin halagos, con la gran desilusión
De la falta de las alas en sus cuerpos doloridos.
Son del libro de la vida, hojas sueltas, miniaturas
Y al mirarlos he pensado, si del mundo en el vaivén,
Ellos copian de los hombres los anhelos de ventura,
Y las dichas, que son sueños que se mueren al nacer.
Nuestro espíritu errabundo, va buscando siempre un sol
Y soñamos con quimeras de placer y libertad,
Y volamos tras la gloria, la fortuna y el amor;
Más se arrancan nuestras alas al tocar la realidad.
Y tropieza nuestra planta en la roca de la duda,
Nuestros ojos, ya no encuentran un destello de ilusión,
En el alma vacilante, ya la fe no nos ayuda
Negra y lóbrega es la senda que el destino nos trazó.
Aspiramos a que pronto se termine la jornada,
Que cobardes o sumisos no queremos acortar;
Pues copiemos del inepto la constancia resignada
Y venzamos los escollos, sin las alas recordar.
(Octubre 1911)
Que ha inundado con sus rayos el modesto comedor,
Un enjambre de insectillos de alas tenues, transparentes
Van y vienen fascinados por el cálido fulgor.
¡Pobres seres! tan pequeños, tan ilusos, no comprenden
que la luz que los atrae no es la luz del astro rey
y en sus giros incesantes las alitas se desprenden,
y vencidos ellos caen en la loza y el mantel.
Ya no miran al bombillo que tomaran por un sol:
Corren torpes, tropezando en los hilos desprendidos;
Van sin rumbo, sin halagos, con la gran desilusión
De la falta de las alas en sus cuerpos doloridos.
Son del libro de la vida, hojas sueltas, miniaturas
Y al mirarlos he pensado, si del mundo en el vaivén,
Ellos copian de los hombres los anhelos de ventura,
Y las dichas, que son sueños que se mueren al nacer.
Nuestro espíritu errabundo, va buscando siempre un sol
Y soñamos con quimeras de placer y libertad,
Y volamos tras la gloria, la fortuna y el amor;
Más se arrancan nuestras alas al tocar la realidad.
Y tropieza nuestra planta en la roca de la duda,
Nuestros ojos, ya no encuentran un destello de ilusión,
En el alma vacilante, ya la fe no nos ayuda
Negra y lóbrega es la senda que el destino nos trazó.
Aspiramos a que pronto se termine la jornada,
Que cobardes o sumisos no queremos acortar;
Pues copiemos del inepto la constancia resignada
Y venzamos los escollos, sin las alas recordar.
(Octubre 1911)
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