Plegaria II
“Mi vida es un erial,
flor que toco, se deshoja;
que en mi camino fatal
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.”
Bécquer
Si después de una lucha sin descanso
En que agoté ¡Señor! mi juventud,
No hallaré de la holgura ese remanso
Que haga menos cruel mi senectud.
¿Será que desde el borde de la cuna
Me sigue hado fatal, rudo y tirano,
Que me dió modestísima fortuna,
Solo para arrancarla de mi mano?
¿Me quedaré ¡Señor! en desamparo,
Sin hogar, sin recursos, sin empleo,
Porque lo dicte en su maldad el hado
Siendo fuertes mis brazos y cerebro?
¿Es justo que la esposa idolatrada,
Pueda odiarme también por la pobreza;
Que el hijo no me atienda y su mirada,
Cuando se posa en mí, sea con dureza?
Yo no te pido para mí placeres,
Ni he de pedirte honores ni caudal:
Solo quiero el cariño de esos seres,
Que son mi dicha y único ideal.
Tened de mí ¡Oh Dios! misericordia,
Devolvédme el amor de mi familia:
Si la muerte hace grata mi memoria
La prefiero ¡Señor! ¡Tóma mi vida!
Confiado en tu bondad Omnipotente,
Ya no temo ¡Señor! al porvenir:
se que guiarás mis pasos y mi mente,
al camino que yo deba seguir.
Que llegue pronto el anhelado día
Y yo empiece de nuevo a trabajar
Con la oración y con la fé por guía,
No dudo ya que volveré a triunfar.
(“La Esperanza”, Mayo 2 de 1941)
flor que toco, se deshoja;
que en mi camino fatal
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.”
Bécquer
Si después de una lucha sin descanso
En que agoté ¡Señor! mi juventud,
No hallaré de la holgura ese remanso
Que haga menos cruel mi senectud.
¿Será que desde el borde de la cuna
Me sigue hado fatal, rudo y tirano,
Que me dió modestísima fortuna,
Solo para arrancarla de mi mano?
¿Me quedaré ¡Señor! en desamparo,
Sin hogar, sin recursos, sin empleo,
Porque lo dicte en su maldad el hado
Siendo fuertes mis brazos y cerebro?
¿Es justo que la esposa idolatrada,
Pueda odiarme también por la pobreza;
Que el hijo no me atienda y su mirada,
Cuando se posa en mí, sea con dureza?
Yo no te pido para mí placeres,
Ni he de pedirte honores ni caudal:
Solo quiero el cariño de esos seres,
Que son mi dicha y único ideal.
Tened de mí ¡Oh Dios! misericordia,
Devolvédme el amor de mi familia:
Si la muerte hace grata mi memoria
La prefiero ¡Señor! ¡Tóma mi vida!
Confiado en tu bondad Omnipotente,
Ya no temo ¡Señor! al porvenir:
se que guiarás mis pasos y mi mente,
al camino que yo deba seguir.
Que llegue pronto el anhelado día
Y yo empiece de nuevo a trabajar
Con la oración y con la fé por guía,
No dudo ya que volveré a triunfar.
(“La Esperanza”, Mayo 2 de 1941)
0 Comments:
Post a Comment
<< Home